Riguroso y preciso. Denso y visceral. El pianista Pedro Manuel Toro habla e interpreta notas desde lo más arraigado de sus sentimientos, esos que emanan de su personalidad de roble, pero bañada de humildad. Conoce sus destrezas para enfrentarse al público como solista, pero prefiere colaborar con otros artistas en escena, estar en segundo plano en el escenario o en la sala de ensayo para formar parte del espectáculo del arte del movimiento o de la lírica mientras apuesta a tocar las teclas.
Luego de una intensa carrera en la escena musical venezolana, la huella de Pedro Toro se fue desdibujando en el país mientras cursaba estudios de postgrado en Azusa Pacific University, en California, donde ha pasado tiempo para desarrollar sus intereses y ser pianista de West Covina United Methodist Church, Grace Lutheran Church y Windsong Southland Chorale. También ha continuado la docencia en Be Sharp Academy, en Norco y en la Yamaha School of Music, en Walnut, otra ciudad en la costa este de Estados Unidos.
Desde la distancia, Pedro Toro revela cómo se ha fortalecido su carrera con el paso de los años, su ser musical y sus próximos proyectos.
-¿Cómo se convirtió en pianista repertorista?
Cuando era adolescente tuve la oportunidad de escuchar el audio de un libro titulado The unashamed pianist, escrito y narrado por el pianista británico Gerald Moore, el decano de los pianistas acompañantes en el siglo XX. Moore hace uso de un humor refinado, y de su monumental experiencia y vasto conocimiento sobre el tema, para describir quién es y qué debería hacer o no un pianista acompañante. Escuchar esta grabación y sus múltiples ejemplos musicales despertó mi interés por convertirme en pianista acompañante.
“La verdad –agregó el músico- es que desde un principio tuve grandes oportunidades: En 2003 recibí una llamada de la agregada cultural de los Estados Unidos para acompañar en un recital a la reconocida cantante norteamericana Denyce Graves, en el Teatro César Rengifo, de Mérida. Fui invitado por la maestra Aída Navarro a ser pianista de la Cátedra de Música Venezolana y Latinoamericana en la Fundación Vicente Emilio Sojo, y trabajé como pianista acompañante en dos ediciones del Concurso de Violín Maurice Hasson. A partir de ese momento me desempeñé como repertorista de cantantes e instrumentistas en recitales, exámenes de grado, lecciones, audiciones, clases magistrales, y preparación para presentaciones con orquesta”.
-¿Qué encontró como repertorista en el ballet?
-Como repertorista de ballet he encontrado y aún encuentro la posibilidad de trabajar con bailarines, maestros de ballet y coreógrafos, y con ello la oportunidad de ampliar mi visión de la música como arte relacionado con otra disciplina, en este caso la danza. Encontré un campo casi desierto e ignorado por muchos pianistas colaboradores, bien sea por desconocimiento acerca de la profesión, por la dificultad que supone iniciarse en estas lides o por la subestimación del rol del pianista de ballet.
Toro asegura que disfruta “colaborar en el proceso de creación de las coreografías, la fusión de la música en vivo con la danza, y en el resultado final que se muestra al público. He podido interpretar al piano reducciones de partituras para orquesta de grandes obras del repertorio (El Cascanueces, Lago de los cisnes, La Bayadere, Don Quijote, Romeo y Julieta), adaptaciones de óperas (Carmen, La Traviata, Madame Butterfly), música original escrita para piano, obras para piano y otros instrumentos, y mis propios arreglos de alguna canción o danza”.
Entre los montajes en el mundo de la danza en los que Pedro Toro ha participado resaltan Confidencias (2011) y Simplemente Lecuona (2013) con música del compositor Ernesto Lecuona y coreografía, de Héctor Sanzana, cuyo estreno tuvo lugar en la Gala 30° aniversario del Teatro Teresa Carreño (TTC). Toro fue arreglista y productor musical de Entre Piantaos (2012), coreografía de Eduardo Yedro, estrenada por el Ballet Teresa Carreño en la Sala Ríos Reyna del TTC. Tambien ha contribuido como pianista o arreglista en los videodanza Todo o nada (2013) y Vesti la giubba (2013), ambos de Walter Castillo, y en Confluencia Danza y Confluencia, con la mezzosoprano Melba Gonzalez, producidos por Danzavoces en 2014. Ese mismo año compuso la música del videodanza Soledad, producido y dirigido por Walter Castillo. En 2016 fue pianista en el estreno de Spanish Lady, con música del compositor Michael Roberts, una oportunidad en la que pudo compartir en escena con la bailaora de flamenco Yolanda Arroyo en el Alex Theater, de Glendale y el Luckman Theater, de Los Ángeles, California. Igualmente, en 2016 participó como pianista en los videos La mariposa, Tanguera y Danzarín, de la agrupación Tinto Tango, asentada en Los Ángeles.
“Es realmente emocionante ensayar y compartir escenario con bailarines de ballet, danza contemporánea, tango, flamenco y música venezolana. Igualmente ha sido muy satisfactorio tocar en clases de ballet y danza moderna. Ser el único músico en el salón conlleva la responsabilidad de complacer, motivar e inspirar a los bailarines y maestros en la realización de los ejercicios y movimientos. Es sinceramente una profesión fascinante”, puntualizó el músico.
-¿Tiene una metodología o técnica particular como repertorista?
-Cada repertorista tiene una manera particular de aproximarse a las obras. En mi rol como pianista solista, repertorista, educador u oyente, siempre busco tener un panorama amplio de la obra que voy a tocar, ver, escuchar o enseñar. Me enfoco en muchos aspectos, y en unos más que otros dependiendo de la obra y del tiempo que tenga para el estudio de la misma.
-¿Cuáles aspectos?
– El compositor y las circunstancias de su vida en las que fue escrita la obra; el contexto histórico y social del compositor y sus contemporáneos; la forma musical, el estilo y el análisis armónico de la composición; las relaciones con otras obras musicales, las interrelaciones con diversas disciplinas artísticas, con la naturaleza, con lo espiritual o con diversas áreas del conocimiento (filosofía y ciencias); el texto, su autor, la traducción palabra por palabra del texto; el libretista que realiza la adaptación si se trata de una ópera; el poema o letra si se trata de una canción; la historia, mito o leyenda que rodea a la composición. Adicionalmente, es muy valioso conocer alguna anécdota asociada al compositor, a la obra o a algún intérprete notable o no de la misma.
De acuerdo con Pedro Toro, hay otro factor fundamental que debe tener un pianista repertorista: el respeto. “Respeto a la obra, al compositor, al instrumento, a los colegas, a las personas con quien colaboro artísticamente, al público, y a la profesión. Muchas veces las circunstancias no son las más propicias (por ejemplo, cuando hay que leer a primera vista alguna partitura en una audición, cuando sin ensayo previo debes acompañar a alguien, cuando el solista o grupo que debes acompañar desconoce la obra o no la puede tocar a nivel, o cuando el instrumento no está en buenas condiciones), pero la disciplina, horas de práctica, los ensayos con otras personas o grupos con los que me voy a presentar, el estudio personal y la experiencia deben estar en lo posible en un primer plano”.
-A su juicio ¿qué especialización debe tener un pianista repertorista?
-Depende de sus intereses y su afinidad con alguna disciplina artística, instrumento o género musical. Algunos prefieren la versatilidad y otros se enfocan en un área específica: ópera, zarzuela, ballet, lieder y oratorio, melodía francesa, música sacra, música latinoamericana, musicales, pop, jazz, repertorio de algún instrumento o cátedra. En ambos casos el pianista debe profundizar en el estudio de las obras, del estilo, el compositor y la estética del período en que fueron escritas las obras. Con todo el bagaje mencionado, el pianista va a contar con una base para compartir ideas, enseñar a otros, servir de coach musical, y si le es solicitado, asesorar a cantantes, instrumentistas, coreógrafos y directores.
“El nivel de formación profesional y personal, la experiencia y trayectoria, el reconocimiento, la iniciativa por encontrar oportunidades y aprovecharlas, la disciplina y la metodología de trabajo son aspectos que orientan hacia dónde debe encausarse el pianista en el campo laboral. Entre otros factores que inciden en el quehacer del repertorista podría mencionar: las conexiones profesionales, la ciudad donde se reside, las ofertas culturales que se dan en dicha ciudad y zonas aledañas, y muchas otras circunstancias”.
“Finalmente -continuó Toro- es importante para el pianista colaborador, repertorista o acompañante no descuidar su faceta de solista y tocar obras escritas para piano solo y dedicarle horas de prácticas a mantener, desarrollar o consolidar aspectos técnicos”.
-Usted se graduó de psicólogo ¿qué le aportó o le aporta esta carrera a su vida artística?
-Tuve la oportunidad de estudiar Psicología en la UCAB. Recuerdo especialmente con afecto y agradecimiento las enseñanzas del doctor Fernando Rísquez, quien con su experiencia y conocimiento en el campo del psicoanálisis y de la psicología en general logró despertar mi curiosidad sobre la psique, afilar un poco mi sentido crítico y el plantearme muchas preguntas acerca de temas tales como personalidad, aprendizaje, motivación, cultura, arte y sociedad. Sus libros Conceptos de psicodinamia y Aproximación a la feminidad son dos maravillosos textos cuya lectura recomiendo. Plantearse preguntas y explorar posibles respuestas de estos temas abre muchas posibilidades a la hora de entender mi profesión, mi relación con otras personas, mi interacción con colegas, mi rol como educador y mi condición de artista. También aplico un poco de lo que aprendí y sigo aprendiendo de la psicología en el análisis musical, histórico y cultural, de los compositores, obras y personajes a los que me aproximo.
DE LOS BARRIOS DE CARACAS A CALIFORNIA
–Como músico o pianista ¿cuál ha sido su mayor satisfacción?
-Me gustaría mencionar muchos momentos que me han generado satisfacciones en la música, pero solo me referiré a algunos en particular. Durante casi 10 años viajé por Venezuela con el maestro Luis Morales Bance, fundador de Solistas de Venezuela, y tuvimos la oportunidad de tocar repertorio para violín y piano en diversos escenarios improvisados en barrios del pais, ateneos, casas de cultura, hospitales psiquiátricos, galerías, colegios, liceos, escuelas de música, canchas deportivas e iglesias. Solíamos ensayar cada dos semanas en las instalaciones de Goodwill en Los Samanes, Caracas, institución donde el maestro enseñaba Apreciación Musical a los chicos y chicas que aprendían oficios. El maestro Luis hacia esta actividad ad honorem cada viernes. Esa experiencia fue muy satisfactoria.
“Otro gran recuerdo son las rumbitas musicales: De 2011 a 2015 mi gran amiga la artista visual Isabela Muci, el carismático pianista Tony Monserrat y yo organizamos casi 30 reuniones o fiestas en Los Palos Grandes a la que asistieron músicos, poetas, artistas plásticos y personas amantes del arte”, enumeró el pianista.
“Haber sido director musical de Ankora Pop Lírico y su banda en su primera etapa, compartir escenarios con la Orquesta Filarmónica Nacional y la Orquesta Sinfónica Venezuela. Ser director musical y pianista de Cantarte Producciones, trabajando junto a la soprano Zaira Castro en la primera temporada de Ópera íntima, en el Trasnocho Cultural, fue una gran época”, resaltó.
Pedro Toro también destaca haberse presentado al lado de diversos artistas, músicos y bailarines en salas como la Ríos Reyna, la José Félix Ribas o la Asociación Cultural Humboldt, en Caracas. También señala su experiencia en los años 2013 y 2014, “al tocar piano en una maravillosa iniciativa llamada Yoga en los barrios, un proyecto liderado por el arquitecto Joel Ignacio Valencia”.
-¿Hay una partitura que tenga un significado especial para usted? ¿Cuál? ¿Por qué?
-Si me hicieras esta pregunta cada día obtendrías una respuesta distinta de mi parte. Un día te diría que algunas de las 32 sonatas para piano, de Beethoven; el lied Von ewiger Liebe, de Brahms; la Sonata Undine, de Reinecke; o la Suite opus 14, de Bartok; otra pudiera ser 3 de los Nocturnos, de Chopin; El diablo suelto, de Heraclio Fernández; uno de los conciertos para piano de Mozart o un puñado de óperas escritas por Mozart, Puccini o Verdi. También podría ser un set de valses venezolanos para piano; Dichterliebe, de Robert Schumann; Impressoes seresteiras, de Villalobos; Si la virgen fuera andina, de Luis Morales Bance; Ah Cloris, de Reynaldo Hahn o algún preludio y fuga de Bach. Y quien quita si algún día la partitura que tenga un significado especial para mi sea Youkali, escrita por Kurt Weill; los aguinaldos Cantemos, cantemos o Niño lindo; la escena de «La carta», de la ópera Eugene Oneguin, de Tchaikovsky; El teléfono, de G.C. Menotti; Somos novios, de Armando Manzanero; 4’33’’ de J. Cage; Metamorphosis, de P. Glass o Amor con mucho plies, de Tony Monserrat.
“Hay mucha buena música escrita y no escrita que tiene un contenido muy especial para mí, especialmente la que estoy estudiando en un momento preciso para tocarla, enseñarla o disfrutar de su escucha”, expresó.
-Los últimos años ha vivido en Estados Unidos. ¿Musicalmente qué encontró en este país?
-Mi experiencia en los Estados Unidos ha sido satisfactoria desde muchos puntos de vista. Realicé estudios de postgrado en Azusa Pacific University, he tenido la oportunidad de acompañar a excelentes solistas, coros y directores, y he sido invitado a ser pianista para clases magistrales de ballet en Colburn School, Pasadena Dance Theater y la Royal Academy of Dance-USA. También he dictado seminarios sobre el Arte de acompañar ballet y danza a estudiantes de postgrado en Azusa Pacific University y Chapman University, y he sido jurado en dos ediciones del concurso de talento en Rowland Heigths District.
“En 2016 –agregó Toro– fui invitado por la excelente agrupación Tinto Tango a grabar unos videos con ellos en el Celebrity Center de Hollywood. En 2016 y 2018 participé como pianista invitado del show Herencia Flamenca que se ha presentado en el Alex Theater, de Glendale y el Luckman Theatre, en Los Ángeles. Desde 2019 soy pianista de Windsong Southland Chorale. Asimismo, me he desempeñado como pianista y organista en diversas iglesias, y en algunas de ellas he ofrecido recitales con otros instrumentistas o como solista. En los últimos meses he estado trabajando en States of mind, una colaboración artística con la destacada coreógrafa Donna Eshelman, y con la participación de destacados bailarines, actores y músicos, incluyendo entre otros a la flautista venezolana Ana Paola Rincones”.
-¿Qué lugar ocupa la música venezolana en su carrera?
-Un lugar primordial sin duda alguna. De hecho, mi último recital de piano solo acá en los Estados Unidos incluye las Danzas Venezolanas del siglo XIX, armonizadas por Vicente Emilio Sojo. Desde muy temprano en mi formación musical tuve gran afinidad con la música venezolana para piano y para canto y piano. Fui pianista de la Cátedra de Música Venezolana y Latinoamericana en la Fundación Vicente Emilio Sojo.
“En 2004, el maestro Aldemaro Romero me invitó a participar como solista en el estreno de su Concierto para Teresa, obra para piano y orquesta; en esa ocasión fui acompañado por la Orquesta de Carabobo y el maestro José Calabrese en el auditorium de la Hermandad Gallega, de Caracas. Participé en el I Concurso Nacional “El Piano Venezolano”, organizado por la Fundación Edmundo Schnoegass, fui jurado en la cuarta edición de este concurso, he escrito varios arreglos para piano de valses, canciones, merengues, pasajes, música popular y he incluido en mis recitales de piano solo o con cantantes música escrita por compositores venezolanos. En 2013, la Fundación Schnoegass patrocinó un CD en donde interpreto muchos de mis arreglos. Interpretar música venezolana me satisface y me hace tener presente mis raíces”, recordó Pedro Toro.
Además, solistas como Carlos Urbaneja Silva, José Vicente Torres, Arnaldo Pizzolante, Clara Rodríguez, Krhystian Benítez, Kenny Salazar, Jean Carlos Ochoa, Javier Rameix, entre otros, han interpretado o realizado grabaciones de algunos de los arreglos de piezas venezolanas realizados de Toro.
Nuestro entrevistado insiste en que “la música venezolana para piano y para canto y piano es un repertorio que merece difusión y ser interpretado en todas partes. Quisiera destacar el valioso aporte de los profesores Juan Francisco Sans y Maria Antonia Palacios al coordinar la edición de los Clásicos de la literatura pianistica venezolana, editados por el Fondo Editorial de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela. Entre mis compositores venezolanos predilectos destacan: Teresa Carreño, Alexis Rago, Miguel Astor, Moises Moleiro, Inocente Carreño, Juan Vicente Lecuna, Ramón Delgado Palacios, Antonio Lauro, Juan Bautista Plaza, Vicente Emilio Sojo, Salvador Narciso Llamozas, Giovanni Mendoza, Antonio Estevez, Luisa Elena Paesano, Rogerio Caraballo, David Pedroza, Diana Franklin, Modesta Bor, José Francisco Dasilva, Carlos Duarte, Icli Zitella, Luis Morales Bance, Freddy León, Federico Ruiz, Aldemaro Romero, Diana Arismendi, Luis Ochoa, Federico Gattorno, Alfredo Rugeles, Federico Vollmer, Ricardo Lorenz, Tony Monserrat, Narciso Salicrup, Alejandro Guillén y Carlos Pérez Tabares. Y tambien disfruto de arreglos exquisitos escritos por Evencio Castellanos, Alba Quintanilla y Carlos Urbaneja Silva”.
-¿Cómo ha marcado el piano su personalidad?
-Me gusta ser pianista. A través del piano y de la música, y específicamente de mi profesión como músico he conocido a gente maravillosa, he viajado y visitado sitios y culturas diversas, he tenido maestros, he enseñado, y he tocado música que me satisface por su contenido espiritual y emocional. Ser pianista y músico define especialmente mi manera o estilo de vida.
-¿Qué caminos quiere recorrer ahora en la música?
-Sin duda alguna mantenerme activo como pianista, escribir muchos arreglos y dedicarle tiempo a mi faceta como educador. Enseñar música y piano es una actividad que me apasiona y me nutre profesional y espiritualmente.
-¿Cuándo lo veremos en Venezuela?
-Espero que muy pronto. Hay tanto que me gustaría hacer en lo personal y lo profesional. Mucha gente querida, artistas y sitios con quien reencontrarme.